El quehacer
“¡Qué pereza!” pensó el joven, como cada mañana, al contemplar el caos de su habitación. Una ola de asco recorrió su cuerpo mientras sus ojos pasaban sobre los platos apilados sobre el escritorio, la ropa sucia que cubrían el suelo, y los restos de comida abandonada que atraían enjambres de hormigas y desprendían un hedor rancio. “Hoy sí voy a limpiar’, se prometió, como cada mañana, antes de ceder, como cada mañana, ante la comodidad de su cama.
Sin embargo, al acostarse, una energía inesperada lo obligó a levantarse de nuevo, como si una fuerza externa lo guiara. Entonces, comenzó a limpiar cada plato, cada prenda y cada migaja con una determinación que nunca antes había sentido. Tardó horas en el proceso, pero al terminar, otra ola recorrió su cuerpo: una sensación de bienestar y satisfacción. Por primera vez en mucho tiempo, se sintió verdaderamente contento.
Levántate, tú puedes.
Fotografía: Alonso Zimbrón, 2022, Museo de la Ciudad de Campeche – Baluarte de San Carlos