Paralelo – Capítulo 26: Odio
El calor de la calefacción se mezclaba con el suave ritmo aleatorio de la lluvia golpeando el parabrisas, creando una atmósfera somnolienta pero reconfortante. Gregor se hundía en el asiento, agotado por el esfuerzo mental de estar con aquellos líderes. La intensidad con la que analizaba cada palabra, cada movimiento y cada gesto, le había otorgado, según él, una perspicacia casi sobrenatural, una habilidad para descifrar sus mentiras y manipulaciones.
< Sam, el parásito… Tomás, el gorrón… Nikita, la víbora ignorante > pensaba involuntariamente, etiquetando a cada líder con un adjetivo mordaz.
Imágenes de ellos flotaban en su mente acompañadas de juicios efímeros y severos.
< Abraham, el idólatra… Bartolo, el resentido… Greta, el enfermo mental… Gregor, el… el… el… >
– Hemos llegado – anunció el chofer, sacándolo de su ensimismamiento.
Pluma abrió la puerta, dejando entrar una bocanada de aire frío y algunas gotas de lluvia. Gregor salió del vehículo, estirando su cuerpo adolorido.
– Vámonos, tenemos prisa – dijo Pluma, emprendiendo el camino de regreso a través del metro.
Cinco meses después de la insólita invasión de ratas y lagartijas, Gregor había participado en innumerables reuniones. Desde aquel momento singular en que Leticia, la marioneta, hizo su primera y última aparición, desvaneciéndose rápidamente tras una actuación tan vergonzosa que ni siquiera un mundo apocalíptico podía tolerar, la mente de Gregor oscilaba entre la desesperanza y una tenue esperanza. A menudo, las reuniones le parecían un esfuerzo inútil, dudando de la capacidad de los líderes para alcanzar acuerdos significativos y viendo las propuestas de la izquierda y de la derecha como herramientas para favorecer a una élite. Las propuestas presentadas incluían: ‘Justicia Justa Justificada – prometiendo igualdad, entregando burocracia eterna’ y ‘Subsidios sin solución – tirando dinero al problema, esperando resultados diferentes’ por parte de Bartolo; ‘Educación sin fronteras (ni fondos)’ y ‘Planeta puro, política pobre – Salvamos el ambiente, sacrificamos el sentido común’ por parte de Nikita; ‘Federación de la Felicidad forzada – Si no estás feliz, te haremos serlo’ por parte de Greta; ‘Mercado libre sin licencia – la libertad de explotar’ por parte de Tomás; ‘Elite de Élite – creando oportunidades para los que menos las necesitan’ y ‘Conservadores de conservación – manteniendo el poder donde siempre ha estado’ por parte de Sam; y ‘Cruzadas convenientes – luchamos contra el mal, cuando nos conviene’ por parte de Abraham. Sin embargo, en ocasiones, la voz de Jesús le infundía un atisbo de optimismo con sus aparentes buenas intenciones. A pesar de ello, Gregor comprendía que el verdadero influjo residía en Kali, relegando a Jesús a la posición de un mero peón en este complejo tablero de poder.
< Con Tomás y Greta, cuya voluntad se rinde ante la lujuria, es imposible avanzar… Y Nikita, con su lujuria manipuladora, solo hace las cosas más repulsivas… ¡Qué asco me dan! > reflexionaba con un dejo de desdén, mientras sus pasos resonaban en los túneles.
El viaje en el oscuro y silencioso túnel subterráneo se convirtió en un momento de introspección. Los personajes que había conocido, con sus ambiciones y maquinaciones, se habían enredado en su vida hasta convertirse en una parte ineludible de su existencia.
Al llegar a la guarida, fueron recibidos por Toro, quien les informó que la Matriarca no podía verlos debido a asuntos urgentes, pero los convocó para una reunión vital al amanecer del día siguiente. La importancia del mensaje que ella tenía para Gregor añadía peso a sus ya agobiados hombros.
La jornada había llegado a su fin, pero las pocas horas de libertad que le quedaban no serían suficientes para el descanso que su mente y cuerpo exigían. Con pasos cansados, se dirigieron hacia la puerta trasera, atravesaron la explanada desierta y siguieron el camino familiar hasta su refugio.
< Maldito Sam, siempre acaparando lo que puede, como una sanguijuela… y Abraham, atrapado en sus creencias… ¿Cómo es posible encontrar una cooperación genuina entre nosotros? > pensaba, luchando contra el desaliento y la frustración.
La calle estaba vacía cuando llegaron, envuelta en un silencio que contrastaba con el caos mental de Gregor.
– Nos vemos, descansa – dijo Pluma con un tono que denotaba la rutina de la despedida.
Gregor respondió con un ademán cortés.
– Recuerda, mañana paso por ti temprano, a las seis. La Matriarca quiere hablar contigo – insistió.
Gregor exhaló profundamente, dejando que el aire frío de la noche llenara sus pulmones, en un intento de encontrar algo de paz.
Al entrar al vestíbulo, la puerta entreabierta de Jerome captó su atención. Subiendo los escalones, los sonidos del edificio cobraron vida, indicando que alguien más, aparte de él, estaba despierto a esas horas.
– ¡Gregor! ¡Hola! ¿Cómo estás? – exclamó Jerome con un entusiasmo que parecía forzado, como si intentara inyectar algo de vida en el ambiente melancólico.
– Jerome – contestó con una voz fatigada. – Aquí, sobreviviendo entre escoria –.
El viejo piel gris permaneció en silencio, dando espacio a Gregor. Conocía bien la tormenta interna de su amigo y sabía que a veces solo necesitaba un oído atento.
– ¿Qué sentido tiene seguir ahí? ¿Sacrificarme para que todo sea en vano al final? Y para colmo, la Matriarca me espera mañana temprano. Me quedan menos de cuatro horas para descansar después de dos días sin dormir – agregó con una voz desesperada.
Jerome volvió a quedar callado, deseando poder ofrecer alguna palabra de consuelo o consejo, pero consciente de que, en ese momento, nada de lo que dijera sería suficiente.
– ¿Y ella? ¿Cómo está? – dijo Gregor, cambiando de tema.
Jerome, con una mirada triste y repleta de preocupación, contestó: – Se ha encerrado en su mundo, atribuyendo la culpa a otros por todo lo que ocurre. A penas sale de su habitación, y solo lo hace cuando tú estás aquí. Ha dejado de atender a Octavio. Intento ayudarla, pero no se abre, es como hablarle a una pared –.
Se sumieron en un silencio contemplativo, reflexionando sobre el caos que permeaba el mundo en el que vivían, pero, más aún, sobre el tormento interno que consumía poco a poco a Tara.
– Ve a descansar. Ella debe estar dormida. Pasó todo el día en Sueño Negro – dijo al fin Jerome antes de retirarse a su habitación.
Gregor, al encontrarse solo, subió las escaleras hacia su departamento, abrió la puerta, y justo cuando estaba a punto de entrar…
(¡Pum!… ¡Pum!…)
Un ruido sutil se escuchó, captando su atención. Se giró instintivamente hacia el departamento de Tara, donde la puerta se entreabría apenas. Desde las sombras, un ojo brillante y cauteloso se asomaba, perteneciente a una figura escuálida y encorvada que emergía en la penumbra. Por un breve instante, sus miradas se cruzaron, creando un puente de emociones. Luego, con un movimiento abrupto, ella cerró la puerta, cortando ese efímero contacto. Gregor permaneció paralizado, atrapado en el dilema de seguir a Tara o simplemente descansar. La preocupación y la culpa, alimentadas por los constantes reproches de Tara cada vez que se encontraban, luchaban en su interior. Tras un profundo suspiro, optó por retirarse a la soledad de su departamento.
< Quizás mañana encuentre un momento más oportuno > pensó, con la esperanza de poder ofrecer una compañía en un futuro cercano.
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