El Organillero

“Buenas tardes”, le dije amablemente al organillero mientras depositaba una moneda de diez pesos en su sombrero beige. “¿Le molesta si le tomo una foto?” pregunté, intrigado por la apariencia de su atuendo. El organillero tardó en contestar, y en ese momento de duda, su rostro reveló una expresión de melancolía, como si lo único que deseara fuera decirme un “No” rotundo. “Sí, pero solamente una”, contestó después de unos segundos. Rápidamente levanté mi cámara, tomé la foto que quería y seguí mi camino.

Días después, al revisar todas las fotos que tomé aquel día, encontré la del organillero. Era una gran foto. En su rostro había una sonrisa, como si tratara de salir bien, pero sus ojos delataban la misma tristeza y melancolía profundas que cuando lo conocí. Era como si, a través de esa imagen, pudiera sentir el peso de su vergüenza y de un pasado lleno de arrepentimientos.

Fotografía: Alonso Zimbrón, 2023, el centro de Coyoacán